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𝟏𝟕|     indigo nights

al final de este capitulo hay una playlist!!

warnings — me pasé con val nada que decir.
mención de abuso intrafamiliar, asesinato, sangre.

"Puedes tomarlo todo, Eloise.
Todo siempre ha sido tuyo."

La lluvia pareció no dar tregua cuando continuaba a la mañana siguiente, extendiéndose hasta la tarde para acabar con todos los planes que la familia había hecho con tanta anticipación.

La noche anterior habían sido víctimas de una tormenta que había azotado los árboles contra los ventanales para romper unos en el ala oeste de la propiedad, causando tanto ruido que el arquitecto no pudo dormir pasado de las siete y media de la mañana. Los truenos eran demasiado fuertes como para haber conciliado el sueño, sumado a que su cabeza estaba demasiado envuelta en un torbellino imaginario como para haber pegado un solo ojo, por eso acabo echándole una mano a los sirvientes mientras todos dormían, incapaz de volver a la cama luego.

Por más que la lluvia hubiera sido una mala noticia para todos, el Barón se alegraba en su cabeza de no tener que lidiar con actividades al aire libre, tenía que ver con no haber podido prestarle atención a nada de lo que hacían cuando estaba muy metido en sus propias conclusiones.

Y es que Duncan Bane había causado estragos más grandes que una simple tormenta inesperada, en realidad, su hermano había logrado poner toda su manera de pensar en ridículo, al punto que ahora se preguntaba si es que estaba siendo demasiado duro consigo mismo por un crimen que había sucedido hace demasiado tiempo, si es que en realidad estaba contento con la soledad.

Había pasado demasiado tiempo evitando que pasara, el amor era una enfermedad y siempre había rechazado a las mujeres que buscaban de su compañía, alérgico a las doncellas que esperaban ser cortejadas por él en una libertad con la que se había contentado de la manera más mediocre, y ahora, extrañamente, era cegado por una corriente de confianza que aparecía en forma de su hermano mayor, desesperado por ser amado por la única persona que era capaz de mantener en su corazón luego de tantos años.

Tal vez, simplemente se había aburrido de dejar que su padre ganara. Había muerto hace bastante tiempo, pero aún así se las había arreglado para seguir aterrándolo por el resto de su vida con culpa que ahora quería comenzar a entender de la misma manera que su hermano lo hacía.

No tenía que esconder lo que era. Estaba cansado. Quería forzarse a si mismo a decir en voz alta que no era un criminal ni mucho menos un asesino de sangre fría que había acabado con la vida de su padre para meter a su familia en problemas — En realidad, quería comenzar a ver, luego de todo ese tiempo sumido en sí mismo, que los Bane estaban mejor que nunca, que Dune iba a ser padre y Mathilda se rodeada de amigas que no la dejaban en paz ni un solo día.

¿Dónde estaba la miseria que había pintado en su cabeza? Por más que lo pensaba ya no podía verla.

Pasó el resto de la mañana pensando en lo mismo, en su hermano haciéndose cargo de su madre y su humor peculiar mientras el triunfaba en París sin tomarlos en cuenta, la cantidad de cartas que recibía semana tras semana en su hogar y era incapaz de contestar o abrir creyendo que solo le traerían malos recuerdos. Estaba tan cansado de no tener a nadie a quién recurrir, de guardárselo todo en una biblioteca de secretos, tanto que se aferró a las palabras del mayor como si hubieran sido un hecho, la verdadera medicina para el alma.

"¿Qué es lo que te tiene tan pensativo?" preguntó Colin visiblemente aburrido de mirar el periódico cerca de sus demás hermanos en la mesa. El americano se había quedado cómodamente en el sofá luego del almuerzo, leyendo una copia de Frankenstein que había encontrado entre los libros de la casa, dándose suficientes alusiones como para haber fingido que lo leía antes de quedarse mirando el suelo como le había pasado en la mañana. "Un penique por tus pensamientos, Valentine."

"El clima me vuelve algo nostálgico" admitió para el interés de los demás, dejando de lado el libro sobre la pequeña mesita cerca de su asiento. "De vuelta en Nueva Orleans, cuando llovía así solíamos jugar con Duncan afuera hasta que mamá nos llamaba enojada y teníamos que tomar obligadamente un baño caliente para no agarrar un resfriado."

"Recuerdo eso" aportó el rubio abrazado a su esposa quien bordaba cómodamente tapada con una manta de piel "Después nos hacia chocolate caliente en la cocina y nos quedábamos cerca del fuego hasta que te quedabas dormido."

Era algo nuevo que hablara tan abiertamente de su infancia cuando siempre evitaba las preguntas, incluso para Sylvie, quien no pudo evitar fruncir el ceño sin contener la sorpresa que le causó recibir un dato personal de su mejor amigo, el mismo que siempre hablaba de otra cosa cuando le mencionaba Nueva Orleans.

"Pasábamos el día jugando a las escondidas hasta que nos escapábamos cuando nadie veía, valía la pena el castigo luego."

"¿Jugaban a las escondidas, Tío Val?" preguntó Edmund, el hijo de Anthony desde los brazos de su madre en tanto asentía — "¿Solo ustedes dos?"

"Si bueno, no puedo negar que era un problema" asintió ante sus palabras, Eloise había pasado todo el día hablando con su hermana Francesca sin prestarle atención, pero ahora que hablaba en voz alta, podía sentir su mirada cuando hablaba con el niño. "No teníamos el privilegio de ser varios como ustedes, pero era igualmente divertido a mi parecer."

"¿Podemos jugar también, mamá?" preguntó Amelia al hablarle a Daphne, tirando de su vestido en tanto hacía un puchero seguida de su hermano David. "Por favor, por favor."

"Creo que la casa es lo suficientemente grande" apoyó la mayor de las Bridgerton, mirando a su esposo en tanto se encogía de hombros. "No veo porque no."

"Tal vez todos podríamos jugar" propuso Sylvie lo suficientemente aburrida como para haberle interesado un juego que en cualquier otro momento hubiera rechazado. "Col puede contar."

Y al parecer, el aburrimiento fue algo que todos compartieron, pues la mayoría acabó por aceptar, designando un espacio para que Colin hubiera contado con los ojos cerrados hasta treinta para así darles suficiente tiempo a todos para encontrar un buen lugar como para esconderse. Pronto llegaron a unas cuantas reglas comunes, y finalmente todos estuvieron listos en tanto pensaban en qué parte de la casa iban a esconderse.

"Gana el último en ser encontrado, claramente" añadió Anthony con obviedad. "Nada de segundas oportunidades o trampas."

"Anthony" repuso Genevive tratando de calmar el nuevo aire de competencia que surgía entre los Bridgerton, algo que suponía, venía como un rasgo compartido en la familia. "Te recuerdo que hay niños en este juego también."

"Lo sé, cariño" — "No es necesario que lo digas."

"Empezaré a contar" avisó Colin antes de voltearse contra la pared, dándoles un par de segundos antes de cerrar los ojos y comenzar a contar en voz alta, siendo suficiente como para que todos se callaran y comenzaran a correr con cuidado de hacer mucho ruido para no darle pista alguna de la dirección en donde se habían ido.

Había sido solo una anécdota, sin embargo el arquitecto terminó por correr de la mano de la hija de Daphne, quien se aseguró de tomar su dedo índice para tironearlo hacia lo que ella creía era el mejor lugar de toda la casa junto a su hermano David, prometiéndole que iban a ganar el juego.

Los pequeños lo hicieron cruzar la propiedad al punto que ya no pudo escuchar la voz de Colin contando, llevándolo al tercer piso para apuntar un pequeño cordel en el techo.

"Tienes que tirar de ahí tío Val" apuntó Amelia. "El tío Col no sabrá que nos escondimos en el ático, es el mejor lugar de la casa."

Los niños tenían razón, por eso aceptó la idea de los dos para desplegar las escaleras del techo al tirar el cordel que colgaba a centímetros de su cabeza, subiendo tras los hermanos con cuidado de que estos no cayeran en el camino. Al entrar, empujó las escaleras hacia arriba desde adentro, y pronto fue como si nadie hubiera estado ahí, mirando el lugar en busca de algún otro esconderse por si Colin pasaba por ahí.

"Están haciendo trampa" se escuchó a una cuarta persona tras sus espaldas, sobresaltándose con los dos niños que se abrazaron a él al jurar que se trataba de un fantasma, tardándose unos segundos en haber reconocido a Eloise Bridgerton que salía de su escondite entre medio de un gran estante que cubría la pared. "Par de demonios inteligentes, ¡le han dicho a Sir Bane donde esconderse!"

"Es por que no teníamos manera de alcanzar las escaleras, tía El" se excusaron los niños al levantarse del suelo, corriendo hacia la dama que les terminó por sacar la lengua como si hubieran tenido la misma edad. "¡No es trampa!"

"¡Debería denunciar esta falta a la honestidad!" les dijo al cruzarse de brazos mientras sus sobrinos comenzaban a quejarse ante su reacción. "¡Las reglas decían que no podíamos armar equipo!"

"Lo siento, solo intentaba ayudarlos" interrumpió el Barón ajeno a la conversación, a favor de los dos niños "Pero hay suficiente espacio para todos."

"¡Por favor tía!" pidieron los hermanos Hastings haciendo una adorable mueca que no pudo evitar robarle una risa que tuvo que esforzarse por disimular, saltando alrededor de la dama en un intento de convencerla. "Por favor, por favor, por favor."

"Bien" cedió luego del quinto ruego, arrugando la nariz ante lo insistentes que podían llegar a ser sus sobrinos "Pero no hagan ruido, ¿entendido?"

"Entendido, tía El."

¿Cuales eran las posibilidades de haber elegido el mismo lugar para esconderse? Quizo volver en sus pasos y haber elegido otra parte de la casa, al menos cuando de la nada la tensión volvía a llenar el aire junto las palabras de su hermano que se repetían una y otra vez en su cabeza sin darle tregua.

Parecía un mal chiste, sin embargo la dama no abandonó su lugar tras el estante mientras los niños se escondían bajo la pequeña repisa que habían dejado cubierta de una sábana blanca, riendo como si se hubiera tratado de una travesura mientras ambos luchaban por entrar cerrando la puerta para no ser encontrados. Y el Barón, por su cuenta, no supo que hacer mientras miraba algún lugar, incapaz de decidir si es que debía hablar con la dama por su propio bien, o esperar a que no hubiera un par de niños aguantando las carcajadas en un mueble a metros de donde se encontraban.

"Tienes que esconderte" repuso la chica al notar que no se movía, rodando los ojos en blanco al ver que seguía parado en medio del ático "¡Valentine!" — "¡Muévete ya!"

En realidad, era malo para actuar bajo presión, pero eso no lo detuvo a correr cerca de la castaña para esconderse a su lado por un impulso del que se arrepintió segundos luego cuando la chica ponía distancia entre los dos asegurándose de que no pudiera tocar la tela de su vestido, enderezando la espalda como si se hubiera tratado de la última persona con quien quería hablar.

"La idea era que te escondieras en otra parte" repuso de mala gana. En realidad el pequeño espacio entre la pared y el estante no era suficiente para que los dos hubieran entrado ahí cómodamente, demasiado cerca, demasiado privado como para arriesgarse a ser encontrados por Colin, inmediatamente creando un extraño ambiente entre los dos al no haber dicho ni una sola palabra. "Ten cuidado, me estás pisando el pie."

Distante como nunca, la ojiazul se dispuso a ir a otro lado cediéndole su escondite, y el americano iba a disculparse por haber tomado su lugar, pero fue demasiado tarde para cuando la puerta del ático se abría de par en par, y el Barón la tomaba del brazo para evitar que dejara el estante, tironeándola hacia el solo para acabar mucho más cerca de lo que antes habían estado, posando una mano en su boca a sabiendas que iba a causar mucho ruido quejándose de su agarre indeseado.

Haciéndole un ademán de silencio al posar el dedo índice sobre sus labios, el Barón hizo una mueca cuando de la nada las escaleras del ático eran abiertas abruptamente y el hermano de la dama se paseaba por todo el ático en busca de alguien escondido, retirando la mano de su boca cuando esta lo empujo con fuerza, golpeando su pecho suavemente sin haber dicho una sola palabra.

"¡Los encontré!" gritó el mayor de un momento a otro antes de abrir las puertas del estante donde se habían escondido Amelia y David solo para haber causado gritos de terror cuando se abalanzó contra los niños para tomarlos entre sus brazos, robándoles carcajadas a sus dos sobrinos al bajar las escaleras sin investigar el lugar más allá. "¡Amelia y David están fuera del juego!" gritó entre carcajadas al irse para que todos pudieran escucharlo.

Pasaron unos cuantos segundos más sin haberse movido, esperando a que Colin hubiera estado lo suficientemente lejos como para recobrado la conciencia de la innecesaria cercanía que estaban compartiendo. Pronto, pudo notar como el pecho de la dama subía y bajaba agitado, sin haber caído en cuenta que había posicionado sus manos a cada lado de su figura para imposibilitarle su escape, incapaz de haberse apartado de su aroma y la necesidad que de pronto lo embargaba al tenerla tan cerca.

"No se vaya" le pidió, y su voz sonó mucho más necesitada de lo que hubiera querido admitir. "Por favor, Eloise" — "No te vayas."

Sus dedos acariciaron la piel de su mejilla en una lenta caricia, abrumado entre la sensación de su cuerpo pegándose al suyo luego de tantos días de haberla evitado: ¿Cómo es que había resistido en primer lugar? Ridículo.

"¿Qué es lo que quiere?" preguntó ella sin querer ceder ante ese justificado enojo que empañaba todas sus demás emociones — El menor de los Bane sabía que había herido su ego, que había dicho lo único que no debió haber dicho, y que se merecía mucho más que una bofetada esa noche en la mansión de los Cowper. "Nos van a encontrar si seguimos en el mismo lugar."

No le importaba, en realidad, le era indiferente si es que eran encontrados o no escondidos en el mismo lugar, sin embargo, se apuró en decir lo primero que pensaba—."Lo siento, Eloise."

No recibió una respuesta, pero eso no hizo que se mantuviera en silencio también.

"Por favor dime que no todo está perdido" — "Que no me odias como creo que lo haces."

Fue como si hubiera dejado caer una bomba nuclear devastadora, pues los ojos de la dama se llenaron de lágrimas que contuvo magníficamente, apartándose en cosa de segundos de su cuerpo para salir detrás del estante como si el lugar hubiera estado maldito.

"Jamás podría odiarte, Valentine."

Antes de que pudiera haber dicho algo, Eloise Bridgerton desapareció del ático cerrando las escaleras tras de ella para dejarlo solo en el silencio y la oscuridad del entretecho. Y le hubiera gustado ir tras ella, sin embargo no pudo moverse de su lugar hasta que Colin fue a buscarlo y le dijo, con una sonrisa en el rostro, que el había sido el ganador de los primeros juegos oficiales de las escondidas Bridgerton.

La victoria sin embargo, no significó tanto como hubiera querido.





Duncan iba a decirlo.

Lo había emboscado cuando se excusó para ir al baño, asegurándose de llegar a el con cuidado de que no hubiera nadie más cerca antes de hacerle saber que junto a su esposa habían decidido decir las buenas noticias durante la cena. Y Dios sabía que el americano era un hombre ansioso, por lo mismo, por más que le hubiera gustado no pensar en las palabras de Eloise Bridgerton, le fue imposible al estar bajo un estado anímico que había variado toda la semana, sentándose a un lado de su hermano mayor cuando la cena se sirvió a las ocho bajo una cantidad peligrosa de velas que alumbraban el salón.

Si bien la tormenta se había calmado hace apenas un par de horas antes de reunirse todos en la gran mesa de Aubrey Hall, la lluvia seguía cayendo mucho más silenciosa de lo que antes había sido, recibiendo a una familia que ya estaba cansada de todos los juegos que habían jugado en la tarde — Partiendo por escondidas, siguiendo con cartas, y damas chinas que aprendió a jugar por la enorme paciencia que tenía Francesca explicándole las reglas al menos doce veces mientras los demás discutían por el primer lugar.

Tomó de su sopa en silencio sin saber en qué momento exactamente iban a decir algo, limpiándose el sudor de las manos en el pantalón de manera disimulada, nervioso por las noticias de su hermano como si hubieran sido suyas. Esto de haber sido tío era algo nuevo, y por más que aquello hubiera sido lo obvio al haberse casado, no dejaba de ser una sorpresa para el menor quien parecía emocionarse demasiado por la pareja.

Estaba sensible, eso se dijo a si mismo para el segundo plato, sus sentimientos estaban comenzando a meterse en medio de todo y entre la charla que habían mantenido sumado a la molestia de Eloise cada vez que cruzaban una mirada por error estaba pasándole la cuenta, especialmente ahora que aclaraba los lamentos de su corazón. Tanto, que no pudo saborear el filete que fue preparado con tanto esmero y que recibió elogios de parte de los demás, mirando disimuladamente a su hermano en busca de alguna señal.

¿Qué es lo que exactamente iba a hacer él de cualquier manera? ¿Qué esperaba Duncan que hiciera? No supo responder su propia pregunta mientras fruncía el ceño. Su presencia no era nada más que apoyo moral y una buena manera de haber sido manipulado para asistir a un lugar donde realmente no era necesitado como su hermano le había hecho creer.

"Antes del llegar al postre, a mi esposa y a mi nos gustaría darles una noticia importante" compartió una rápida mirada con el antes de que se levantara de su asiento, tomando la mano de la rubia quien se quedo en su asiento para suspirar sin contener la emoción. "Lena está embarazada."

La reacción de los demás vino de inmediato, siendo Mathilda la primera que se levantó de su silla sin haberle interesado la panna cotta que le acababan de servir mientras corría al otro lado de la mesa, levantándose los pliegues del vestido que arrastraba para apurarse a abrazar a la pareja de casados primero que cualquier otra persona. Y todos celebraron entre abrazos y palabras reconfortantes la noticia que llegó justo en el mejor momento.

En realidad, fue una sensación similar a que el sol hubiera vuelto a salir, como si de la nada hubiera sido uno de los mejores días de su vida mientras las mujeres se llevaban a Lena para tocar su abdomen y felicitarla.

"¿Qué crees que sea, Duncan?" preguntó Colin sirviéndole un trago para celebrar. "¿Niño o niña?"

"No lo sé" respondió mientras su madre terminaba de besar sus mejillas y se dirigía a la esposa del mayor, una despedida rápida luego de que lo iba a ignorar los siguientes meses para ayudar a su nuera con el embarazo. "Lo que sea me haría feliz, solo me contenta poder formar una familia con mi Lena."

"Eres un sentimental" se burló Anthony, chocando su vaso con el del mayor de los Bane en tanto reían y el vizconde alzaba la voz para ser escuchado por el resto de la familia "Un brindis por Lady y Lord Bane y la futura familia."

"Por Lord y Lady Bane y la futura familia" repitió Valentine junto a los demás, levantando su vaso junto a los demás para chocarlos en un ruidoso brindis donde los más pequeños se unieron alzando sus vasos de agua.

Y así continuó el resto de la velada, conversando de nombres femeninos y masculinos que todos comenzaban a sugerir previo al nacimiento de la criatura, nombres los cuales aportó uniéndose a la charla — Noah, Lyonne, incluso Valentine en todas sus versiones esperando tener algo de suerte, cosa de la cual se arrepintió casi al instante de haberlo sugerido, pues era mejor no haber destinado al no nacido con un historial como el suyo, comiendo de su postre en silencio para esperar a que todos hubieran terminado antes de escapar a su habitación.

Y es que sentía algo de culpa, pues cuando las noticias de su hermano finalmente acabaron, no pudo evitar pensar inmediatamente en la dama y el recuerdo de sus palabras que chocaban en su cabeza antes de la celebración de la pareja. Tal como le había pasado a Eloise, el Barón era incapaz de mirar en su dirección un solo segundo, demasiado avergonzado de si mismo desde el momento en que se le ocurrió abrir su enorme boca en el ático de la casa.

«  Jamás podría odiarte, Valentine. »

Era un idiota enamorado, uno al que pensándolo más en su cabeza, ya no le importaba tanto decir lo que sentía en voz alta ahora que estaba más seguro de lo que merecía, uno que manteniendo el silencio como si hubiera tenido que estudiar a cada uno de los invitados que conocía, miraba a la chica de reojo en los momentos en que nadie se interesaba en él sumido en una copa de vino tinto.

Toda la atención estaba en su hermano, y no pudo evitar agradecerlo mientras se acomodaba de mejor manera en su silla y disfrutaba de ser invisible para el ojo humano. Mathilda estaba demasiado ocupada regalándole cumplidos a la pareja, y toda la familia Bridgerton parecía ser feliz con ser de los primeros en enterarse como una prueba de amistad que duraría hasta el final de los días, al punto que cuando se excusó por un supuesto dolor de estómago abrazando a la joven pareja antes de irse, nadie presentó una queja alguna en tanto desaparecía subiendo las escaleras de la propiedad.

No quería ver a nadie, y es que sí estaba feliz por su hermano mayor, todo desaparecía con la conversación que había mantenido con Eloise Bridgerton aquella tarde en un simple juego infantil. Una conversación que lo hizo desabrochar el lazo de su cuello al estar en la privacidad del cuarto, quitándose la chaqueta que había utilizado durante todo el día para dejarlo sobre el sillón aterciopelado antes de lanzarse sobre la cama, palabras que lo tuvieron mirando el techo mucho más tiempo de lo que se propuso en un inicio — Aún cuando todo comenzaba a marchar bien en su vida, lograba ser derribado por un par de ojos azules que ya había visto previamente en su propia familia y que sin embargo, se volvían diferentes en su totalidad cuando encontraba alguna diferencia abismal que se frustraba de no haber encontrado antes.

Esos malditos ojos azules.

Tal vez solo necesitaba sacárselo de encima, levantándose de golpe para acercarse al escritorio de la ventana y sacar de él tinta y papel que se quedó mirando un largo rato sin poder haber escrito una sola palabra segundos luego: ¿Cómo hubiera empezado a decir lo que quería decirle? Aún cuando la pluma se hundió en el pequeño pote de líquido negro y se ensució los dedos debido al poco cuidado que estaba teniendo, no supo qué escribir exactamente.

¿Era sacárselo de encima sin que nadie lo supiera, o realmente hacerse cargo de lo que había estado haciendo todo ese tiempo?

Recién comenzaba a entenderlo.

















Desde que tenía memoria, Valentine Bane siempre creyó que el amor era algo complejo. Nunca tuvo un buen ejemplo de sus padres al crecer en una casa donde el cariño faltaba, un matrimonio infeliz que siempre calificó como uno que nunca debió existir en una época donde toda unión amorosa sucedía nada más que por interés monetario o algo beneficioso para la familia, y nunca del cariño que existía entre dos personas.

Tal vez por eso se emocionaba tanto con su hermano al haber sido uno de los pocos en la familia que se había casado por amor antes de un beneficio económico o social, siendo Lena Darling una chica de menor rango que él que no había dudado en cortejar desde el primer momento en que la vio — Al menos, eso decían cuando contaban la historia de como se habían conocido.

Amor.

Estaba dolorosamente harto de siempre verlo a lo lejos demasiado aterrado como para haberse acercado a probarlo por si mismo, de siempre ser el que estaba ahí para los demás pero que jamás fuera viceversa, por que estaba prohibido dejar que se acercaran demasiado como para haberlo ayudado. Por eso se levanto a pesar de que los pasillos ya estuvieran completamente oscuros afuera de la casa sin importarle ni volver a ponerse los zapatos que lanzó al llegar al cuarto de visitas, incapaz de haber pegado un ojo en lo que llevaba la noche, por la necesidad de finalmente ser amado.

El tenue sonido de la lluvia afuera parecía ser el único ruido que se escuchaba en la casa cuando tomaba el portavelas de cerámica a un lado de la cama, y con cuidado de que la llama se apagara, abandonaba la habitación de visitas para bajar las escaleras hacia la cocina. Le estaba siendo complicado lograr conciliar el sueño por más que hubiera intentado cerrar los ojos y despejar su mente, yendo a la cocina por una simple taza de té caliente que podría haber puesto un final a sus preocupaciones causándole un poco de sueño.

La mansión cambiaba durante la noche como toda casa que había conocido en su vida. La luz de la luna contra la oscuridad de Aubrey Hall ofrecía una visión distinta de los espacios ahora que la luz natural de la noche se colaba por los enormes ventanales que no habían sido ocultos tras las cortinas para poder ver apreciar la lluvia de mejor manera, creando bonitas sombras dentro de la casa que apreció en el camino a la cocina.

¿Cómo iba a dormir una noche como esa? ¿Cómo iba a ser capaz de pegar un ojo luego del fin de semana más turbulento en su vida? Debatiéndose el qué hacer como si estuviera en una obra de teatro.

El olor a menta en la cocina no paso desapercibido al notar la tetera aún caliente sobre la plancha de hierro que la separaba del fuego apagado, el olor que se había impregnado al lugar en tanto el vapor seguía saliendo de la vasija indicando que le quedaba algo de agua caliente — ¿Había alguien más despierto? Extrañado, aprovecho de tomar el resto, incapaz de mezclado con leche ante la repugnancia que le causó solo pensarlo.

Eran solo hierbas mojadas y agua, sin embargo no pudo evitar hacer una mueca de asco al darle el primer sorbo: Estaba intentándolo. Sentándose sobre la mesa de madera en la cocina en tanto apoyaba los pies sobre el asiento al frente, quedándose en silencio mientras bebía del té como si estuviera sopesando lo que le había pasado en el día.

Realmente estaba intentando salir del hoyo negro en que se había metido.

No es como si de manera automática hubiera sido capaz de creer lo que había dicho Duncan en una sola conversación de hermanos, sin embargo, estaba intentándolo desde el momento en que acabó la conversación desesperado por dejar atrás todo lo que lo arrastraba sin dejarlo avanzar. Y ahora que empezaba a hacerlo, otros miedos comenzaban a surgir de la nada, miedos nuevos.

¿Y es que qué iba a hacer si es que era rechazado? Usualmente no era quién sufría de preocupaciones tan banales, sin embargo, el rostro de Olivia Castle apareció entre sus recuerdos junto la bofetada que le dio antes de salir corriendo cuando le dijo que no quería nada con ella — ¿Y si a él le pasaba lo mismo? Mientras ahogaba sus pensamientos en té, creyó que estaba cayendo en la paranoia, en especial cuando Eloise había admitido abiertamente que disfrutaba de su compañía.

Era la persona más molesta que había conocido, pero no podía evitar pensar en que ya había rechazado previamente a unos siete pretendientes antes de él y que su destino podía no ser tan diferente, más cuando el mismo había sido tan cruel durante su vida amorosa.

Se recriminó a si mismo en sus propios pensamientos, forzándose a beber más del té con cuidado de que la vela se hubiera apagado: Estás siendo patético, Bane.

Tal vez había leido muchos libros fantasiosos últimamente, sin embargo no pudo evitar caer en un eterno espiral de inseguridades que no cesaron ni cuando el extraño movimiento de las sombras reflejadas en la pared se movieron de la manera más peculiar, haciendolo fruncir el ceño cuando miraba por sobre su hombro y terminaba por realizar que no era el único que tenía serios problemas de sueño esa misma noche.

Incluso pudo jurar que los latidos de su corazón cesaron para sumirlo en el silencio.

Eloise.

Eran sus dos mayores deseos los que se enfrentaban el uno contra el otro, atrapado entre medio de querer ser amado y la necesidad de estar completamente solo.

Su visita a Londres parecía disolverse en su boca ahora que llegaba a su punto culmine, y el Barón, parecía observar a lo lejos como el paso de los días lo convertía en una especie de fantástico viajero del tiempo: ¿Era correcto acercarse a ella en un momento tan privado o era mejor fingir que no la había visto?

En realidad, no supo decir con exactitud cuanto tiempo se quedo sentado en el mismo lugar como si la dama en realidad se tratara de un fantasma, envuelto en los escenarios de su propia cabeza en tanto evitaba mirar hacia atrás como si un manto invisible lo cubriera de los ojos ajenos. Lo que sí era correcto, era admitir que fue un debate silencioso de al menos diez minutos antes de caminar hacia el gran ventanal que lo separaba de los enormes jardines de Aubrey Hall.

La puerta parecia ser en extremo pesada para cuando la empujo dejando que el frio de la madrugara lo congelara de apoco. Afuera, la lluvia caía sin producir demasiado ruido, logrando que el olor a humedad pronto se colara por sus fosas nasales sin querer hacer demasiado ruido como para asustar a la dama despreocupada de su presencia.

Envuelta en un chal que el americano hubiera descrito como poco abrigador, cualquiera tildaria de escandaloso su repentino encuentro si alguien hubiera sabido que Eloise Bridgerton llevaba solo un camisón blanco que no era suficiente para cubrirla del helado clima en presencia del arquitecto, un acto impúdico que hubiera significado un matrimonio inmediato en cualquier otro momento.

No le molestaba tanto la idea.

"¿Está planeando agarrar un resfriado?" preguntó a una distancia considerable cuando la relación de los dos pendía, como siempre, de un hilo.

En contraste a su emoción, la castaña pareció molesta ante su repentina aparición, mirando por encima de su hombro sin darle su completa atención antes de murmurar — "Al parecer no soy la única que no puede conciliar el sueño esta noche, ¿Quiere que despierte a uno de los criados?"

"No, no es necesario" negó para caer en un silencio incomodo, uno que hizo que la chica abiertamente lo ignorase en tanto se dedicaba a mirar la lluvia caer. Podía notar que había llevado lectura complementaria para su insomnio acompañada por una vela que amenazaba con apagarse ante el clima, pero no alcanzaba a leer el título desde donde se encontraba: Tenía que hacer algo antes de perder la cabeza.

"Lo siento" repitió las mismas palabras que antes le había dicho en el ático, desesperado por que supiera que en realidad estaba arrepentido, que quería volver a lo que eran antes, no obstante, no despertó las reacciones en la ojiazul que hubiera querido mientras apenas se movía del lugar donde estaba, como si hubiera sido incapaz de haberlo mirado a la cara resistiendo moverse. El Barón no cedió por más incómodo que le hubiera parecido. "Soy un imbécil."

Quería decirle todo — Empezar a ser sincero con respecto a sus propios problemas y hacerle saber que había jodido todo, que estaba tan aterrado que apenas lograba decir dos palabras sin sentirse como un completo inútil, contarle sobre la carta que había recibido de París, y que en el fondo no dejaba de ser ese niño que no tenía idea de lo que haría por el resto de su vida, un adolescente que aún vivía con sus padres, sin embargo, no pudo producir una frase por su cuenta que pudiera resumir todo lo que sentía en aquel momento.

"No quiero hablar ahora, Sir Bane" negó ella con poca paciencia en tanto aferraba las manos a su chal con intenciones de dejarlo solo—. "Si no es mucho pedir, me gustaría algo de privacidad. Me parece cansador como siempre nos estamos encontrando en el momento menos oportuno."

"La vi por la ventana y pensé que podría querer compañía" se excusó rápidamente aun que sus palabras hubieran sido un puñal directo en el corazón. Uno que sabía merecía luego de todas las insinuaciones que hizo en la mansión de los Cowper. "Lady Bridgerton, por favor. . ."

"Estoy hartándome de esto" interrumpió la menor con sinceridad, dando un suspiro de frustración ante su insistencia. "Los juegos cuando nadie nos ve, actuar como que no lo conozco más que nadie en la habitación. Estoy cansada, Sir Bane."

No hubo respuesta más que un silencio avasallador, la sensación del frío erizándole los vellos del brazo al ser arrastrado por la corriente que significaba Eloise Bridgerton. La manera en que sus dedos se aferraban al chal dejando su lectura de lado, el sabor amargo que dejó el té en su boca a pesar de haberle puesto una cantidad insana de azúcar: Todo parecía hecho para hacerlo caer.

"Para la próxima vez que me vea sola, evite creer que requiero compañía" frente a su carencia de palabras, la dama apuntaba a matar, lo supo por la forma en que su barbilla se alzaba en el aire mirándolo como si hubiera sido una persona poco importante en tanto comenzaba a marcharse — "Mucho menos pensar que necesito de su compañía en especial."

"Solo quería estar contigo" pensó en voz alta, la desesperación de no querer haberla dejado ir como si se tratara de agua que intentaba sostener con las manos, era extraña la sensación de estar marchitándose. "Ya no puedo seguir permitiéndome cortar a gente de mi vida como si fuera algo muy simple."

"Entonces podría decirme la verdad, para variar un poco" no daba su brazo a torcer, demasiado terca como para seguir escuchándolo—. "A veces parece bastante emocionado por verme, pero hay días en que sé que puedo ser una molestia, y me rehuso a serlo para cualquier persona. Verá, he estado sola ya muchos años durante la vida por voluntad propia y soy lo bastante adulta como para discernir entre el interés y estorbo, mucho más cuando no sueles decirme como te sientes la mayoría del tiempo. Sé que esconde algo, lo que sea que es, me agota tener que intentar descubrirlo por mi cuenta."

"¿Quiere saber la verdad?" preguntó el Barón frente a sus palabras, los latidos de su corazón desbordándose del límite en tanto reunía el valor de haber dicho lo que en su cabeza era desastre: Sabía que no haberlo dicho causaría más que solo la ausencia de la dama en su vida, ausencia luego de tanto necesitarla. "La verdad Eloise, es que eres el tipo de cosas que me suceden solo cuando estoy soñando. Los días buenos cuando mi vida no es un completo desastre, esos mismos cuando pienso en cortejarla y de la nada recuerdo que podría encontrar un pretendiente mucho más decente que un arquitecto que escapa de su familia en París. »

«     No se como espera que me sea fácil decirle que desde los veintidós años llevo enamorado de usted sin haberle dicho nada antes, que extrañamente me atormenta de una manera que no creía posible desde hace ya años y usted apenas conoció mi nombre hace semanas en la boda de mi hermano. Pero lo admito, admito que entre mis dibujos siempre aparece usted, lo mucho que me hace falta en medio del día. Estoy cansado de guardármelo como si fuera algo malo, la sensación en el pecho que tengo de no merecerla, pero lo admito, lo admito luego de tanto tiempo acallándolo. Cada minuto con usted ha sido dejar que mi realidad se amolde a una exquisita fantasía de la que no quiero escapar, a la necesidad sofocante de tenerla cerca cada minuto del día, de saber cada una de las cosas que odia y que le provocan una felicidad notoria en su rostro, admito que me asusta lo mucho que me encantaría mostrarle cada uno de mis miedos, que me permita saber los suyos, mantenerla despierta hasta horas poco comunes en la madrugada en actividades que le ahorraré detallar por que estoy seguro que puede imaginarlo.

        Estoy aterrado. Y es que no tiene ni la menor idea de la manera en que he escapado del amor durante mi vida, la soledad que de la nada me parece tan fútil y me sigue desde la infancia, la manera en que alejo a toda persona que siente un poco de preocupación por mi. Cualquier miembro de mi familia te podría dar una extensa charla de lo pésimo que soy para responder una maldita carta pero usted — Usted Eloise, me tiene pensando en las miles de cosas que le haría de tenerla un poco más de tiempo del que usualmente compartimos, preso del insomnio porque no puedo decidir si es que debo admitirle en medio de una tormenta lo mucho que se ha metido bajo mi piel sin siquiera notarlo, o de una vez admitirme que estoy cortejándola como es debido, sin miedo al rechazo por el que es tan conocida.

    No voy a esperar a que mis sentimientos sean correspondidos, pero mierda, no tiene idea de lo mucho que disfruto creer que tal vez, en el fondo, le gusto tanto como usted a mí. Que como a mi me sucede, le gustaría verme más. . ." »

El americano podría haber continuado con todo su vómito verbal, haber hablado de lo mucho que anhelaba su tacto cada vez que se escapaban de los lugares más recurridos, que ya requería un nuevo ejemplar para el club de lectura que habían iniciado tan de la nada, sin embargo, no pudo decir otra palabra cuando era interrumpido por su compañia, la misma que de a pronto escondió su rostro sobre la curvatura de su cuello inhalando el aroma de su piel en un abrazo que lo petrificó al suelo ante la calidez que de un minuto a otro lo saturó por completo.

¿Era ese un sueño también? ¿Había dejado las pesadillas con respecto a la muerte de su padre de lado para reemplazarlos con intensas fantasías? Ese aroma que se instalaba bajo su nariz mientras la apretaba contra si mismo y la ayudaba a alcanzar su altura, cerrando sus brazos contra su cintura solo para aprovechar el momento de tenerla cerca, de aferrarse a ese calor que parecía luchar con cada parte de si mismo escondida bajo una nieve imaginaria — ¿Era eso lo que todo el mundo le decía que merecía?

Había caído ante sus caricias, admitido lo que se había guardado bajo llave en tanto sucumbía ante el roce ajeno en su propia mejilla, la necesidad de haber unido sus labios con los de Eloise en un lento beso que se permitió disfrutar más de lo común, la urgencia de mezclarse en su piel cada vez que recibía de su atención.

"Nunca voy a perdonarlo" susurró ella a pocos centímetros de su rostro. "No decirme nada todos estos años es imperdonable" — "Un motivo de demanda."

"No le hubiera interesado un muchacho escuálido que leía demasiado, se lo aseguro" negó, dejando que sus dedos se enredaran por los mechones castaños ajenos libremente por sobre su espalda, los detalles de su rostro que comenzaba a enumerar de memoria. "Estoy tratando de parecer tranquilo, hacer que pienses que me siento atraído hacia ti y no obsesionado como para pensar en ti cada momento del día."

Tal vez hablar lo que sentía genuinamente funcionaba, al menos eso creyó cuando de la nada era Eloise quien parecía pararse de puntillas para sobrepasar su usual altura y así acabar con el espacio que habían puesto entre los dos, una nueva sensación que lo embargó cuando los dedos de la dama se aferraban a los bordes abiertos de su camiseta nada más que para empujarlo hacia abajo y así poder, finalmente, besarlo como el mismo había pensado en hacerlo tan urgentemente hace solo segundos.

Lo necesitaba, el cielo sabía que se había transformado en un hombre miserable que se aferraba a los bordes de la vida, tal vez por eso tuvo la necesidad de haber cedido ante ese autocontrol que siempre acababa alejándolo de lo que realmente quería.

En el fondo, sabía que no le importaba ser encontrado, pues la idea de haberse casado con Eloise Bridgerton cuando nadie les había prestado atención antes, no le disgustaba en lo más mínimo.

Sabía también que no había absolución para las criaturas como él, pero que estaba cerca de estar mejor de lo que jamás había estado en toda su vida — A pesar de que no estuviera seguro de qué es lo que hizo exactamente para obtener tanta calidez en su vida, de todos modos quedándosela.



"¿No tienes frío?" preguntó el Barón luego de un rato, la vela había terminado de consumirse por completo luego de tanto tiempo viendo la lluvia caer cubiertos por el pequeño techo que alcanzaba a esconder las primeras escaleras que daban paso a un interminable jardín. "Estás helada."

"En lo absoluto" negó ella a pesar de haber sido una mentira notoria, demasiado cómoda como para haberse movido de su abrazo, presa entre los brazos del arquitecto que parecía estar suficientemente entretenido como para haber puesto algo de distancia entre los dos. "Quería preguntarte unas cuantas cosas si me lo permites."

"Suena inquisitivo" murmuró sobre su hombro, apoyando la barbilla sobre su piel descubierta, aprovechando de besar la zona mientras la movía, como si no hubiera sido mucho esfuerzo, más hacia él. "Lo que sea."

"¿Qué es lo que te sucede con tu familia?" intentaba ser directa, un trabajo que no solía costarle demasiado cuando su curiosidad era la que ganaba por sobre la cortesía. "¿Por qué intentas escapar de ellos en París? Tu madre también me había hablado sobre eso, el hecho que jamás viniste de visita cuando finalmente te mudaste, y ahora que lo dices, tiene bastante sentido."

Cuando Valentine Bane dijo que respondería lo que fuera, realmente tuvo la intención de hacerlo en tanto cerraba los ojos sin saber como empezar. Sí, confiaba en ella, pero tenía tanto miedo de que cambiara la visión de su persona cuando se sincerara de su historia en Nueva Orleans, que en lo único que pudo pensar fue en cómo poder contar lo necesario: No importaban cuantos discursos recibiera, aquello no iba a cambiar de un momento a otro.

"Es una historia complicada" explicó, masajeándose la sien en un intento de no acabar con jaqueca. "Estoy diciéndote esto por que no quiero que te hagas la idea equivocada, tu familia es bastante unida a la mía y nadie más lo sabe" — "Pero por favor, Eloise, no dejes que eso cambie la manera en que nos ves."

"Nunca pasaría eso" repone de manera inmediata, negando ante palabras solo para que sus dedos buscaran los suyos en un intento de reconfortarlo con la verdad. "Nunca cambiaria mi visión con respecto a ti y tu familia, Val. Es algo entre tu y yo."

Confiaba en ella de una manera en la que no había confiado jamás, tal vez por eso decidió decirlo tan abiertamente a pesar de no poder decirle todo:

"Supongo que sabes que mi familia es originaria de Nueva Orleans, viví ahí la mayoría de mi infancia" la dama asintió ante sus palabras, dejando que continuara sin decir una palabra. "Mi familia tenía dinero gracias a las exportaciones de mi padre, una familia bastante conocida que parecía perfecta para cualquiera, mi padre era alguien que admiraban, algo curioso cuando sabes que en verdad Randall Bane siempre fue un hombre malhadado, infeliz en una vida que no quería vivir. Es la única conclusión que tengo para explicar por qué abusaba de mi madre cuando nadie los veía, en la noche cuando mi hermano y yo dormíamos para no darnos cuenta de nada la mañana siguiente."

Contarlo era como volver a revivirlo en su cabeza, en especial cuando cada detalle grabado cuidadosamente en su mente volvía a la vida con cada palabra que decía. Cuando volvía a 1807 todo parecía más grande al caminar por los pasillos de su casa la noche en que no podía conciliar el sueño. Los ruidos que venían desde el primer piso eran como una pesadilla en tanto apretaba su agarre contra la dama, una necesidad de recordarse que ya había pasado demasiado tiempo como para siempre pensar en lo mismo.

"Una noche no pude conciliar el sueño hasta altas horas de la madrugada, y ahí fue cuando escuché los gritos de mi madre. Tenía tanto miedo que tuve que despertar a Dune" continuó — "Cuando fuimos a buscar a nuestros padres en busca de una explicación ante los ruidos raros vimos quién era Randall cuando nadie más lo veía, el filosofo que amaba el dinero y le daba golpizas a mi madre en lugares que sus vestidos siempre escondían; supongo que algo sucedió cuando se dio cuenta que estábamos ahí, pues cayó golpeándose la cabeza en el borde de la mesa que estaba cerca. Se desangró en la misma alfombra."

No notaba lo consternado que se escuchaba al decirlo, omitiendo el mayor de todos sus problemas sin poder inventar algo lo suficientemente bueno como esconderlo. De la nada experimentaba el agarre de la chica que apretaba su mano contra la de ella en un intento de hacerse saber que estaba ahí para él seguido de la culpa: ¿Qué tan complicado era decirle que ciego de la ira había sido el quién empujó a su padre sin medir sus acciones? ¿Que la muerte de su padre lo seguía sin piedad? Tal vez solo tenía que darse un poco más de crédito, más cuando le estaba contando gran parte de la verdad.

"¿Es por eso que vinieron a Londres?" preguntó la ojiazul en tanto el arquitecto asentía, una extraña sensación de haberle contado un secreto importante para él y sus familiares.

"Nadie iba a creer que Mathilda no había tenido que ver con la muerte de mi padre en un mundo como en el que estamos. Iban a lanzarnos a la calle, darle todo el dinero de la familia a los hermanos de mi padre, y tendríamos que contentarnos con la bondad inexistente de los Bane" confirmó mirando el pasto mojado a centímetros de donde se encontraban. "Esa misma noche mi madre enterró a mi padre e ideó todo una plan para sacarnos de la ciudad bajo la excusa de que Randall se había ido en un viaje de negocios urgentemente."

"Santa mierda" esta vez, la menor no pudo esconder las malas palabras cuando terminaba de escuchar su historia. "Santa mierda, Val."

"Si bueno, logró sacarnos a mi hermano y a mi a salvo para llevarnos a pasar una temporada con su única hermana, mi tía Helena" comenzaba a tener sentido para ella, su actitud retraída y la manera en que siempre guardaba las apariencias con el resto — "Yo me escondí en casa preso de las memorias que tenía del bastardo de Randall Bane, y apenas tuve la oportunidad, me largué a París para no tener que lidiar con las únicas dos personas que entendían lo que había pasado. Ver morir a tu padre es algo bastante complejo, tal vez por eso jamás quise hablarle mucho a su familia."

Hubo una pausa en sus palabras, tratando de reunir valor para soltar todo lo que tenía que decir.

"Ninguno de nosotros hizo nada, solo nos quedamos ahí viendo como Randall dejaba de temblar sobre el suelo y finalmente moría ahogado en su propia miseria. En el fondo, creo que ninguno quería que sobreviviera luego de lo que habíamos visto" agregó. Le dolía hablar del tema tan abiertamente.

"¿Qué edad tenías?"

"Trece, recién cumplidos" sabía cada detalle de memoria luego de tantas veces pensarlo. "Debí haberlo imaginado de cualquier forma, la manera en que discutían no era algo normal, la manera en que mi padre entregaba amor era una cuestionable hasta con nosotros."

La ausencia del cuerpo ajeno sobre el suyo fue como haberse arrancado el parche de una herida abierta, sin haber realizado en todo ese rato la calidez que le ofrecía el cuerpo de la menor sobre el suyo al estar cerca durante tanto rato.

"¿Les hizo algo?" preguntó al mirarlo a los ojos, alejada de sus figura solo para revelar una visible preocupación en su tono de voz y su rostro, similar al que tenía cuando de la nada se había asustado tanto alejándola de el en la casa de los Cowper. "Tu padre."

"No realmente" suspiró al posar su mano contra la mejilla ajena para poder acariciar su piel a pesar de que la castaña ahora lo mirase a los ojos anhelando poder saber más de la historia, su preocupación pasaba a ser algo fascinante y no quería causar estragos. "Siempre fui una decepción ante sus ojos, Dune era el que recibía toda la atención de las chicas, quién tenía más amigos. Era brillante, y para mi padre su hijo estrella" — "Conmigo fue una historia distinta, nunca fuimos muy cercanos."

"No quiero sonar vulgar" murmuró la ojiazul sin poder esconder la molestia en su tono de voz "Pero tu padre es realmente un imbécil Val, eras un niño."

Fue inesperado cuando era Eloise Bridgerton quien besaba su mejilla lentamente, dándose el tiempo de disfrutar la nueva cercanía de ambos cuando la dama se arrodillaba un escalón más abajo de donde se había sentado, posicionada entre medio de sus piernas mientras sus propias manos buscaban la cintura ajena por sobre su camisión de noche en un intento de mantenerla en el mismo lugar. Disfrutaba insanamente de la suavidad de sus labios besando cada parte de su rostro, como si estuviera ofreciéndole algo de descanso entre medio de su calidez.

"Últimamente me cuestiono bastante lo mucho que me gusta estar solo" pensó el americano en voz alta, tratando de poder explicarle lo que le pasaba cada vez al verla. "Verás, sabía que contigo era diferente, mas cuando por primera vez en mi vida sabía que quería la compañía de alguien mucho mas que la de mi mismo" — "Por eso jamás me acerqué a ti o a tu familia. El pensamiento de arrastrar tu vida al desastre que parece la mía me parece ridículo."

"El tema, es que yo quiero que tu desastre sea el mío, Valentine" aclaró ella como si aquello no hubiera derretido cada parte de su corazón. "Que tus problemas me atormenten a mi también" — "Te quiero a ti Val, completamente."

Fue atravesado por el impulso de besarla, finalmente sellando sus labios contra los de la dama en un hambriento beso del cual no pudo seguir escapando, incapaz de esconder los latidos de su corazón que traspasaban su propia piel en tanto sus dedos acariciaban su cintura sin temor a ser vistos por alguien más: Quería que supiera que todo lo que decía era recíproco, que cada parte de él respondía a ella sin debate alguno, lo mucho que la necesitaba para él.

"No hubiera vuelto a Londres de no haber sido por la boda de Duncan" admitió besando las mejillas sonrojadas de la dama, "Pero Dios sabe que me hubiera ido mucho antes de no haber sido por usted y mi estúpida necesidad de escaparme de todos los lugares a los que asisto para verla."

Los labios de la dama se curvaron en una sonrisa al escucharla, inclinándose besando la punta de su nariz antes de agregar — "Si ya terminamos con esta pregunta, El, me gustaría hacerte otra."

"¿Cuál?"

"¿Es que acaso estabas leyendo el Absentista por que no podías dormir?"

Nadie hubiera podido creer la sonrisa enamorada de Sir Valentine Bane cuando se inclinaba nuevamente a besar a la única chica que amó en su existencia, el agradable ruido de su risa cuando el sol comenzaba a alzarse en el cielo y era su mano era quién la guiaba dentro de la casa para no toparse con alguno de los sirvientes de la casa — En realidad, nadie hubiera creído todas las cosas que había logrado en un fin de semana. 














WE SPOKE ALL NIGHT IN TONGUES
track 01 # over the moon, the marias
track 02 # all i need, radiohead
track 03 # show me how, men i trust
track 04 # fade into you, mazzy starr
track 05 # end of beginning, djo
track 06 # i know the end, phoebe bridgers

IN FINGERTIPS, IN TEETH.
track 07 # first love/late spring, mitski
track 08 # to say hello, the marias
track 09 # medieval, her's
track 10 # black hole, boygenius
BONUS — mind fields, no vacation
+ lemon glow, beach house



































Quiero pedir perdón por la cantidad de tiempo que me tomó escribir este capitulo. Tengo un problema llamado quiero-que-el-capitulo-sea-perfecto y pues gracias a eso, repito una y otra vez la escena hasta que quede bien. Y pos siendo sincera, este es uno de mis capitulos esperados y de los más largos de la novela, por lo que cada vez que me sentaba a escribir y ponia música, yo me sentía asi:

Por eso mismo, pido perdón por la extensión del capitulo: Pueden dividirlo en dos si quieren para que sea una lectura más tranquila (yeah) y llorar conmigo al final luego de todo lo que paso.

Les comento, de igual manera que ya nos quedan alrededos de 6-7 capitulos dependiendo mi cabecita y el final que quiero darle, y pos acabamos la historia (IT HURTS) Por eso mismo queria darles algo bonito y les regalo una playlist especial para este capitulo que pueden escuchar escaneando el código de la imagen, o entrando por el link que publiqué en mi tablero cuando anuncio la publicación del capitulo.

Espero hayan disfrutado este capitulo como yo, literal cruzando los dedos. No se olviden de votar y comentar! Ahora que se viene la nueva temporada de Bridgerton me alzo de mi tumba de las tinieblas, y con eso puedes ayudar a que la historia llegue a mas personas!

nuevo magnifico gráfico por la
sylvie de mi val,             marti.

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